Ruidos molestos, Cristian Godoy. Editorial Conejos. Cuentos

“Hace un rato que la china patinó y se golpeó fuerte la nuca, nosotros vimos todo. Cada tanto le tiembla la pierna. Una sola. Tiembla un poco y se queda quieta. La primera vez que lo hizo nos asustamos. Nos acordamos de la película que pasaron en el cumpleaños de Alan, donde asesinaban a un tipo y el cuerpo seguía moviéndose después de muerto. No era una zombie, tenía algo que ver con los reflejos, según nos explicó el papá que es médico” (del cuento “Flashdance”).

Durante más de dos años Cristian Godoy fue reuniendo los 10 relatos que conforman Ruidos molestos, un libro publicado el año pasado por la editorial Conejos. Primero hizo un acopio del material para descartar, corregir y sentir como dialogaban unos textos con otros, cambiar títulos, escribir cada cuento en varias versiones y, en ese proceso, ir tejiendo la trama que los une.

Las historias son protagonizadas por niños que ven desde el balcón como una vecina china tiene un accidente en el patio de su casa, un profesor que parece desentenderse del duelo que deja la muerte de un alumno, una secretaria que sigue y espía a otro empleado en un cine pornográfico, una pareja de personas mayores inquieta por el supuesto maltrato que ejercen sus vecinos -una pareja joven- a la hija chiquita. Los relatos de Godoy no son fantásticos, no construyen dimensiones paralelas pero, sin embargo, algo crece escondido en lo que percibimos como plano y se impone. Para el autor eso tiene que ver con lo que no se dice, una especie de verdad en sordina, subterránea, pero que, sin embargo, va carcomiendo los cimientos”.

Ruidos molestos es el tercer libro de relatos de Godoy, un narrador que propone revertir la idea de que el cuento es un género menor, una especie de entrenamiento para escritores antes de lanzarse al desarrollo de una novela.  Sus historias, su manera de contarlas, el perfil de los personajes que crea prueban que no hay géneros y subgéneros que den cuenta con dispar eficacia de la experiencia humana, sino un mercado que elige priorizar determinadas producciones por su formato.