Si bien la restauración neoliberal comandada, al menos en la esfera pública, por el ingeniero Macri a demostrado poder de fuego para la concreción de su agenda estratégica, sobre todo en la recomposición de la tasa de ganancia de las élites económicas, no es menos cierto que con la misma velocidad comienzan a vislumbrarse algunas debilidades estructurales de su discurso y de su armado. Seis meses alcanzaron para todo.
Es que resulta evidente que la propuesta macrista llevaba de forma congénita una serie de contradicciones, las cuales pudieron ser maquilladas temporalmente. Sin embargo el choque frontal con lo real hace reverdecer cual la primavera aquellas tensiones de origen. En este caso lo real, paradójicamente, termina siendo aportado por consecuencias buscadas específicamente por el oficialismo, en tanto son requisitos insustituibles para la realización de los objetivos de fondo.
En ese sentido quiero remarcar solo algunos condimentos que emergen en la coyuntura. El primero y más notorio es el cambio del humor social; es una modificación incipiente, pero en ascenso, que involucra un malestar, una aseveración que reza: esto que esta pasando no me gusta, así no era la cosa. Efectivamente esta modificación no cuenta con un factor de atribución de responsabilidades, todavía. Es difuso, confuso (no terminan de saber a quien echarle la culpa). Esa línea argumentativa se alimentó fuertemente, de manera inicial, del insumo de “la pesada herencia”, y si bien no fue a causa de la data dura que demuestra que la herencia no era pesada, a estos sectores comienza a dejarles de importar si existió o no una herencia pesada en la génesis de los problemas que están padeciendo. Solo están preocupados y molestos por lo que atraviesan. Podría decirse que ese cambio de humor dialoga en términos introspectivos, preguntándose si las políticas asumidas por Macri tendrán algo que ver, o más complejo aún: ¿tendrá el gobierno la capacidad para resolverlo? No es un tema que tengan resuelto, pero la pregunta está, y avanza al mismo ritmo del agravamiento de los problemas económicos. Una inquietud vestida de un «real» que presiona fuertemente: la devaluación, el tarifazo, la inflación, los despidos en el plano privado, la caídas de las ventas.
Otra batalla que viene perdiendo la restaura del ingeniero se condensa en el desmoronamiento del cambio moral en el cual se embanderó. La imagen de ingenuidad, transparencia casi virginal como un armado de pureza moral épico y ética frente a la supuesta corrupción estructural que dejo el movimiento nacional y popular, comienza a hacer agua por doquier. Y no es un dato menor, puesto que no son muchas las columnas identitarias sobre las cuales se construyó el PRO. Cuidado: los Panamá Papers, las cuentas en las Bahamas, las vinculaciones de amigos con la obra pública, y la inundación de CEO al manejo del estado son algunas de la fragilidades en esta operación. Esta farsa combinada con la eficacia en la gestión como producto político vendido y adquirido por basto sectores que ahora perciben incapacidad manifiesta en las acciones de gobierno contribuye a desmontar esas propuestas/productos de campaña y amplían una vulnerabilidad en la base de legitimación del gobierno nacional.
En otro orden de cosas, existe un tema que la plana mayor de las élites no ha contemplado adecuadamente y ha de tener un costo alto para sus intereses. Me refiero a la pérdida del carácter nacional de la propuesta PRO; diría de aniquilamiento de cierta argentinidad. Este hecho no es casual, sino el costo que paga por el virulento proceso (o intento) de des-kirchnerizar, el cual se encuentra de forma constitutiva asociado al carácter nacional. Aquí sale a superficie la falta de un argumento histórico de las derechas, la apelación a la Nación como concepto de homogeneidad social para su proyecto. Sin embargo, la batalla cultural dada por el kirchnerismo, más allá de sus falencias, operó una apropiación y reformulación potente del concepto de Nación a lo nacional, anclándolo de tal forma a lo popular, que soldó una formula conceptual, nacional y popular que fue ampliamente internalizado. Dicho sea de paso, la apelación a un rescate de la Nación en medio del proceso de extranjerización de la país podría ser una provocación que termine produciéndoles más daño.
De forma complementaria hay que destacar que el re alineamiento internacional y de aliados regionales no le significó un costo elevado en sí, siempre hablando en relación a los sectores que fueron el voto volátil que no configura ese núcleo duro de derecha del 15%, sino que la sustitución de ese entramado fue reemplazado por el realce explícito, pornográfico de lo extranjero, y esto si generó y genera ruido. En esa línea debe enmarcarse el pedido de disculpas del Ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, a los empresarios españoles por la expropiación, paga, de YPF, la restauración de relaciones carnales con EEUU, los acuerdos de libre comercio en ciernes con la Alianza del Pacífico, o trascendidos sobre posible apertura de bases norteamericanas en la Patagónia. Son temas de alta sensibilidad, incluso para los votantes macristas.