Les regalo una imagen: ayer, madrugada de hoy en realidad, final de una larguísima jornada en el juicio contra Milagro Sala.
Tod@s concentrados en el magistral alegato de Elizabeth Gomez Alcorta y el equipo de defensa de Milagro Sala.
Auditorio lleno de compañer@s: integrantes del Comité, militantes de la TUPAC, diputad@s, las cámaras y la prensa esparcidos por la sala.
Horacio Verbitsky, junto a otr@s colegas, sentado, desparramado diría, en la tarima bajo el estrado del tribunal tomando apuntes irrefrenables. Su presencia de perro con trayectoria, saco y corbata lo vuelve una presencia de la que los jueces no pueden desentenderse. Estuvo todos los días del juicio pero ahora, ya en los instantes finales, está el periodista apasionado que es; con la adrenalina alta, con su libreta mínima repleta de palabras, esparcido sobre el piso del tribunal, escribiendo con tinta azul
Yo a poquitos metros, desparramada también, tomando registro audiovisual, rezando para que me alcancen las tres baterías auxiliares.
Detrás de Elizabeth, paciente, tranquila, calma y agotada: la flaca, Milagro. Pequeña en su delgadez, cada vez más gigante en su estatura de líder.
Así llegamos a las dos y media de la mañana. El tribunal adujo cansancio y se negó, pese al pedido de la defensa explicando que mucha gente, inclusive la defensora, vivían lejos y hay un principio que establece garantía de veredicto luego de los alegatos. No hubo contemplación.
Tampoco hubo, hasta ahora, justicia en Jujuy